Es cuanto menos curioso que la crítica y público general se vuelque por completo en cada nuevo juego de Mario. Algo tiene este personaje que remueve algo por dentro de las personas cada vez que juegan a uno de sus numerosos juegos y creemos que debería ser un concepto para estudiar más a fondo.
Es, sin embargo, en el género de plataformas cuando “los Mario” dan el do de pecho con juegos que siempre van desde la excelencia a la obra maestra. Innovando en jugabilidad, en ideas, en control… cada uno de los Mario de plataformas va un paso más allá hasta puntos inimaginables, abriendo nuestra mente y añadiendo un punto extra en adicción que resulta imposible parar de jugar.
En este “in crescendo” que se repite desde el primer Super Mario Bros. de Nes (el que catapultó de verdad al personaje), se ha llegado hasta las mismísimas galaxias en el segundo juego de Mario que apareció en Wii.
Super Mario Galaxy es una vuelta de tuerca tan y tan retorcida al concepto de las plataformas que en estos momentos es imposible ni siquiera suponer cómo sería una eventual evolución del juego en el futuro.
Seguramente sea por eso que esta segunda parte no ha cambiado ni en fondo ni en forma, como solía hacerse a cada nuevo Super Mario del pasado. Lo que se ha hecho ha sido más simple, coger el mismo estilo de juego, el mismo tipo control, más o menos las mismas reglas, y crear una nueva aventura para el bigotudo personaje que repite patrón con niveles totalmente inéditos. La cosa funciona realmente bien, porque aún jugando a un aparentemente mismo juego, Galaxy 2 es lo suficientemente diferente y variado como para no aburrir ni hacerse pesado en ningún momento.
Leves cambios
Claro que hay cambios y novedades en Galaxy 2, pero están bastante tapados respecto al grueso total. Podríamos hablar de un juego mucho más directo y dinámico. Si Galaxy 1 pecaba de ser un juego algo torpón en el bypass entre fase y fase, Galaxy 2 va al grano. Eres Mario, debes rescatar a la princesa, así que viaja por la galaxia recogiendo estrellas. Y punto.
Los niveles se han dividido de forma más tradicional, con un mapa semejante a New Super Mario Bros, heredado a su vez de Super Mario Bros 3. Para acceder al siguiente nivel es imperativo conseguir un número mínimo de Estrellas, y la mayoría de fases tienen dos o tres de estos ítems. Así que, aunque el juego deja avanzar bastante, llegará momentos en que nos veamos forzados a retroceder y repetir niveles para alcanzar ese mínimo.
Al final de cada galaxia (hay 7) nos espera el castillo de Bowser y un jefe final. Acabas con él y otra vez a empezar en otra galaxia. Es decir, la progresión en el juego es totalmente clásica, y eso nos gusta.
El control apenas ha sufrido cambios y si jugamos a Galaxy 1 nos sentiremos cómodos desde el primer segundo. La recogida de estrellas con el Wiimote sigue siendo igual de adictiva (no sé qué tiene esto, es como reventar plástico de burbujas), a Mario lo movemos con el Nunchuck y el resto de botones tienen las acciones habituales de saltar o agacharse. Sí que hay niveles donde el Wiimote se utiliza de otras maneras que no sea apuntando a la pantalla. Con sus acelerómetros moveremos el mando para emular cuando, por ejemplo, Mario va subido en una gran bola de metal o para volar en una carrera de pájaros.
Una de las novedades más destacables es la aparición estelar de Yoshi en Galaxy 2. Todos y cada uno de los niveles que protagoniza suben un punto en diversión y se hace tremendamente triste que no podamos controlarlo siempre. El juego marca dónde y cuándo aparece el dinosaurio verde.